onxapuhttps://amplifi.casa/@/onxapu@fediverse.blog/atom.xml2020-02-13T07:53:54.969003+00:00<![CDATA[El Sabor de la Venganza]]>https://fediverse.blog/~/ElPaisajeDeLasAlmas/el-sabor-de-la-venganza/2020-02-13T07:53:54.969003+00:00onxapuhttps://fediverse.blog/@/onxapu/2020-02-13T07:53:54.969003+00:00<![CDATA[<p>Clamaban su nombre. Él había sido el artífice de la victoria. Esta batalla se ganó gracias a su astucia.</p>
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<p>A su valor.</p>
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<p>A su traición.</p>
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<p>La ejecución de su plan le llevó años. Este momento lo llevaba esperando desde hace más de una década. Necesitaba de paciencia para poder hacerlo. Paciencia para hacerse su amigo, para que su hermana se enamorase de él, para entrar en su círculo interno y pudrirlo todo desde la raíz. Esparcir los rumores adecuados. Envenenar las conversaciones. Los puso a todos a su favor. Había vencido.</p>
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<p>Días después, en una tarde helada de invierno, salió de su fortaleza. "Para contemplar el paisaje", se decía a sí mismo. Pero con ello sólo ocultaba lo que realmente quería ver: El cuerpo de su mujer colgaba de una soga en el más alto de los árboles, con su propio hijo enterrado a los pies de ella y, en ese mismo lugar, la cabeza del que fue considerado su amigo seguía descansando en la punta de una lanza.</p>
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<p>"Una vez tuve una familia", pensó, "a la que traicioné por cumplir una venganza. ¿Por qué me siento igual de solo que cuando te fuiste, padre?"</p>
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]]><![CDATA[Un Paso más en la Vida]]>https://fediverse.blog/~/ElPaisajeDeLasAlmas/un-paso-más-en-la-vida/2020-01-17T08:15:39.163959+00:00onxapuhttps://fediverse.blog/@/onxapu/2020-01-17T08:15:39.163959+00:00<![CDATA[<p>El sonido de una moto se oía en la lejanía desde la ventana de un hospital, en cuya habitación se encontraba un anciano que apenas podía moverse, asistido por una serie de máquinas que lograban que su cuerpo se mantuviera con vida.</p>
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<p>Aquel sonido le hizo recordar tiempos mejores, en los que conquistó importantes victorias y, entre ellas, el mejor trofeo de todos: su mujer, que ya no se encontraba con él y a la que echaba de menos desde hace siete largos años.</p>
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<p>Ese recuerdo vívido, el del rostro de su mujer, lo pudo ver tan de cerca y tan nítido, que decidió que había llegado el momento de levantarse y acompañarla.</p>
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<p>Así fue como el anciano dejó su cuerpo con una sonrisa en su rostro, como si la muerte le hubiera contado un chiste que sólo él pudiera entender.</p>
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