Desde hace siglos y milenios como especie hemos tendido a complejizar nuestra organización social y productiva para hacer frente a los desafíos que implican el vivir miles o millones de personas relacionándonos en un mismo territorio. Sin embargo, mucho de esto ha ocurrido de manera caótica sin un proceso consciente de decidir cómo o porqué habitamos de determinada manera.
El paisaje urbano actual ha sido producido en gran medida por la clase burguesa dominante (empresarixs y políticxs) orientada únicamente para un provechoso funcionamiento de sus negocios, del flujo y acumulación de capital, vale decir, para continuar desarrollando su capacidad de robarle a los pueblos lo que producen y saben.
Nosotres, nosotras y nosotros hemos tenido muy poca capacidad de decidir cómo queremos habitar los espacios, nuestra forma de vivir en un territorio, nuestro paisaje urbano, y este nuevo proceso político de los pueblos que abrió el 18 de octubre, nos posbilita el camino para repensar y recrear nuestros territorios desde abajo.
Las distintas formas de habitar y crear la ciudad son una expresión de la manera en que entendemos el mundo, y de las relaciones que imprimimos sobre éste. Hoy en día tenemos espacios urbanos marcados por la individualidad, sobreproductividad, explotación y segregación, dificultando que impulsemos cambios profundos en las relaciones cotidianas para construir mundos nuevo.
En el contexto de efervescencia del movimiento popular es crucial que esforcemos la creatividad y diversidad de conocimientos que fluyen entre los pueblos y organizaciones, para repensar y rehacer el barrio y la ciudad. Re hacerla tanto relacional como materialmente para el bienestar de los pueblos. **Es momento de tomarnos la ciudad y producir una urbanidad "muy otra".**Podemos pensar el habitar común en la ciudad según nuevos pilares: En primer lugar, asumiendo nuestra ecodependencia, nuestra interacción obligatoria como parte de los ecosistemas que habitamos. No olvidemos que la ciudad se erige sobre un ecosistema y que interactúa y depende en gran medida de ello. Esto implica politizar lo cotidiano y ecológico. Implica repensar los espacios verdes, la producción local y el abastecimiento ya no como elementos por fuera de nosotros, sino como aspectos de la vida a organizar por nosotros, nosotras y nosotres. Lo que decimos "desde abajo".
En segundo lugar la división territorial tajante entre campo y ciudad, se encuentra en función de la perpetuación del capitalismo, y sólo dificulta la integridad de nuestra alimentación. Podemos impulsar una producción alimentaria integrada a la planificación comunitaria del barrio y la ciudad. En este sentido es momento de re-imaginar las llamadas "áreas verdes" por ejemplo. La idea de la plaza es un ejemplo, con un orden controlado de toda la presencia vegetal y animal, con especies exóticas por razones ornamentales, donde la producción alimentaria y medicinal queda relegada del espacio y es reducido una limitada dimensión recreativa, y donde hacemos fluir irracionales cantidades de aguas para alimentar pasto. Estos espacios podrían hacer confluir nuestra forma de habitar lo común desde una nueva noción, donde lo común implica la interacción activa que tenemos como humanos en el ecosistema, y el hecho de que esa interacción humano-ecosistema es inevitable y se resuelve necesariamente de manera social y no individual. Imaginamos un "área verde" como un corredor biológico para especies animales, un bosque urbano con espacios educativos, un bosque comestible, con sectores de plantas medicinales, espacios para compartir conocimientos y organizarse, con huertos urbanos, etcétera. Somos social y ecodependientes.
Nosotres tenemos la capacidad, como especie, no solo de destruir los ecosistemas, como el capitalismo nos tiene haciendo, sino también de regenerar y reproducir la vida a gran escala en los espacios que habitamos para el bien de humanos y no humanos. Podemos ser agentes evolutivos activos en la historia ecológico-social.
Ante la crisis, una tarea urgente es la mitigación concreta del calentamiento climático, y en ese camino la forestación y la producción local de alimentos e insumos es fundamental. Esto porque los árboles y plantas en general enfrían el planeta, nos otorga además sombra, retiene mayor humedad en los ecosistemas, atraen fauna benéfica, nos entrega frutos que podemos consumir y gestionar comunitariamente, etcétera.
Por otro lado, nuestros alimentos los conseguimos a partir de extensas y absurdas cadenas productivas y de transporte que están siendo factores principales de emisión de gases de efecto invernadero y contaminantes de todo tipo, no sólo por los insumos basados en combustibles fósiles, sino además por las largas distancias que deben recorrer y los procesamientos de algunos alimentos. Por ello es importante hoy en día suplir parte de estos productos de manera local.
Las extrema concentración de personas por todos estos siglos ha ido degradando los ecosistemas haciendo cada vez más complejo el sostenimiento de las ciudades. Dado que la organización de la ciudad se encuentra en función del desarrollo capitalista, su abastecimiento en artículos básicos se orienta a la ganancia económica de pocos grupos corporativos que controlan los medios de producción, y no en el bienestar de todos y todas. Por ello invitamos a ensayar desde ya formas diferentes de abastecimiento.
Además de cubrir parte de los alimentos con la producción local, podemos organizarnos en redes de abastecimiento popular, territoriales y federadas. En estos espacios ejercemos la autosuficiencia y demostramos ser capaces de organizarnos para comer. Desde ahí se pueden generar vínculos directos con productores de alimentos, organizar redes de prestación de servicios, ejercer la autoeducación popular, distribuir canastas familiares considerando nuestra diversidad y transformar completamente nuestros hábitos alimentarios. ¡No compremos en el super, organicemos el autoabastecimiento!
Hoy más que nunca, estas prácticas son autodefensa popular. Es un peligro que quienes ejercen dominación y explotación, controlen nuestra salud, nutrición y cuerpo, y la manera en que socialmente organizamos la comida. Es un medio de producción fundamental para la vida de todos y todas, y para el sostenimiento de los ecosistemas. Los de arriba muchas veces han atacado a los movimientos populares a través del abastecimiento alimentario. En el escenario actual es fundamental la autodefensa y autosuficiencia alimentaria.
Con cariño
Grupo de Agroecología Popular
Reportaje de Redes de Abastecimiento - Radio Comunitaria Villa Olímpica.
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