En América Latina se encuentra el 70 % de los yacimientos mundiales de litio, el metal con el que se fabrican las baterías no solo de celulares, sino de autos eléctricos, relojes inteligentes, scooters inteligentes, bicis y motos eléctricas, ...
Esto hace que cada vez más empresas internacionales (y nacionales también, ya sea directa o indirectamente) pongan su mirada en la región y que los países productores (explotadores) intenten sacar el máximo provecho de los recursos que tienen.
Mientras tanto, el abogado ambientalista Enrique Viale dice que la minería de litio "se desarrolla sin la consulta libre, previa e informada de los pueblos indígenas" y "tiene consecuencias ambientales".
Pero ¿de qué vale la consulta libre o previa si igual usando estrategias de engaños, o de necesidad laboral o canon minero o la misma imposición bajo un decreto ley de Interés nacional se puede ejercer esa actividad?
Toda industria tiene consecuencias no solo ambientales, sino también sociales ... y desde luego hacia la flora y fauna.
En este pequeño video se habla un poco sobre el Litio
El litio: ¿fuente de riqueza o de problemas en América Latina? https://invidious.snopyta.org/watch?v=A_njWUD4mfc
Y que curioso que en los países donde se hace la extracción de litio hallan habido estallidos sociales: Bolivia, Chile, Argentina,...
Aquí unos artículos más sobre el litio
América Latina y su «oro blanco»
¿Qué hacer con el litio? El litio es esencial para la producción de nuevas tecnologías. El debate sobre su propiedad y su uso divide las aguas en América Latina. En el triángulo compuesto por el Salar de Hombre Muerto (Argentina), Atacama (Chile) y Uyuni (Bolivia) se encuentra el 80% de las reservas de litio en salares del mundo. Se trata del elemento químico medular para las baterías que utilizan los dispositivos electrónicos (tablets, netbooks, celulares), múltiples transportes, y en el que se almacena y estabiliza la energía renovable que reemplaza a la producida por combustión fósil. Si el litio fue calificado como el «oro blanco» del siglo XXI es porque las células de energía están en el centro de la transición energética que, de no mediar un colapso ambiental, podrá sentar las bases de una sociedad posfósil radicalmente nueva. Emerge, entonces, una pregunta evidente: ¿qué estrategias de desarrollo despliegan los Estados nacionales que poseen las reservas de litio en nuestra región? En los tempranos años 50, el litio ya era identificado como un componente necesario para la energía nuclear –de hecho, lo es para la futura fisión nuclear–, de ahí que la dictadura de Augusto Pinochet lo haya declarado recurso estratégico. Desde entonces, bajo un acuerdo con el Estado, solo dos corporaciones –Rockwood y SQM– exportan litio y convierten a Chile en el principal productor mundial. En los últimos años, la vinculación de estas firmas con capitales financieros, pero principalmente su participación en una trama de corrupción que financiaba ilegalmente a los partidos políticos, llevaron a cuestionar el papel de las empresas y pusieron el litio en el centro de los «problemas nacionales». Estas circunstancias detonaron que el gobierno de Michelle Bachelet formara una Comisión Nacional del Litio, que en 2015 recomendó mantener el carácter estratégico del recurso –que limita la posibilidad de concesiones para la explotación– pero estimuló la conformación de firmas público-privadas. Las mismas empresas extractivas financian emprendimientos de investigación, pero muy ligados a la comercialización de baterías antes que a un proyecto serio de agregación de valor, para así lavar su imagen y participar en potenciales negocios. Como es tradicional en Chile, la estrategia estatal es muy favorable a estimular y dejar en manos del mercado el conjunto de las iniciativas. El último de los anuncios es la radicación de una megaempresa china que produciría células de energía en el país. Argentina es el tercer exportador mundial de litio. La firma FMC lo explota desde fines de los años 90 y Orocobre, en Jujuy, desde 2014, pero lo cierto es que casi todos los salares tienen tenencias en manos de empresas privadas y transnacionales. El elogio deliberado de la actual gestión macrista a la «inversión extranjera» y la «libertad de mercado», sumado a la quita de retenciones a la ya favorecida actividad minera, convierte a Argentina en un lugar ideal para las corporaciones globales ávidas de asegurarse la provisión de litio que consolide sus planes de negocios a futuro. En concreto, hay más de 30 proyectos en marcha de los más variados países que se acercaron en masa a apostar por la extracción. En el área de la agregación de valor, existe un entorno económico y científico lo suficientemente robusto como para apostar por la producción de baterías. De hecho, el anterior gobierno kirchnerista hizo un intento por fabricarlas, pero no llegó a buen puerto debido a que no lo sostuvo en el tiempo. Hoy por hoy, los nuevos vientos de la coalición Cambiemos no despiertan la más mínima expectativa: no existe interés estratégico del Estado por el área tecnológico-industrial-litifera y la apertura del mercado lo termina de sepultar. El Estado Plurinacional de Bolivia, gracias al impulso de la federación sindical potosina –en el departamento de Potosí se encuentra el salar de Uyuni–, creó en 2007 un proyecto para mantener bajo su mando el tránsito que va «del salar a la batería». Desde entonces, el Poder Ejecutivo paceño ha respaldado el proyecto y le destinó cuantiosos fondos. En el área extractiva, a causa de la peculiar composición química del salar más grande del mundo, surgió el obstáculo de que la técnica de extracción elegida en un comienzo –el «encalado» que se utiliza en Chile– producía cuantiosos desechos, desaprovechaba comercialmente el magnesio y retrasaba el comienzo de la producción. A fines de 2014 se puso en marcha una nueva técnica –la línea de los «sulfatos»–, que utiliza cal al final del proceso, y sobre su base se está completando la amplísima obra de infraestructura productiva de Uyuni. Actualmente, la estrategia del gobierno plurinacional consiste en exportar primero el potasio del salar –para lo cual está construyendo una planta industrial a cargo de una empresa china–, para así comenzar finalmente la producción, contar con recursos frescos y encarar la extracción de carbonato de litio. Bolivia es, a su vez, el país que ha apostado más fuertemente dentro de la región a escalar en la cadena de valor. Hoy por hoy, una empresa francesa construye para Bolivia una planta de materiales catódicos (los elementos químicos procesados que conforman la batería) y existe una planta de ensamblado de baterías –no de producción– en la comunidad de Palca. El gobierno plurinacional ha identificado de manera certera que los acumuladores pueden colocarse en el mercado local de generación de energía solar, y no es una casualidad que el «evismo» haya creado un Ministerio de Energía a principios de 2017 y designado como viceministro de Altas Tecnologías a quien fuese hasta ahora el artífice del proyecto del litio, Alberto Echazú. Pese a lo elogiable de esta estrategia 100% estatal, el país se topa con una serie de inconvenientes de peso a la hora de consolidar su industria litífera: no cuenta con un mercado lo suficientemente sólido para las baterías ni con el know how de la comercialización y producción; pese a que intenta crecer en capacidad técnica, su conocimiento sobre la cadena de valor es aún escaso. Es un error pensar que el litio es el «petróleo del siglo XXI», dado que alimenta el imaginario de que el puro carbonato abre un futuro de riqueza. De hecho, ni siquiera es una minería muy rentable en comparación con otras, incluso si se consolida el mercado del carbonato del litio y la demanda aumenta exponencialmente. Las corporaciones del ámbito energético saben que el verdadero valor se halla en el conocimiento científico y económico que permite contar con las baterías, para lo cual el litio es un insumo básico, pero no el único, y no está solo presente en Sudamérica. En este sentido, sería ideal desplegar una «geopolítica del litio» que en el ámbito nacional apuntale los entramados industriales, que –en términos del triángulo del litio– genere políticas que articulen a los países productores del carbonato de litio –iniciativa que está muy lejos de concretarse, tan solo contando los históricos diferendos entre Bolivia y Chile–- y que proyecte a Sudamérica como horizonte estratégico de acción, ya sea como mercado, fuente de innovación o respaldo estatal, y más aun teniendo en cuenta el papel medular que podría jugar Brasil. La tecnología del litio naciente brinda una nueva oportunidad para evitar el triste y conocido papel regional de abastecer de materias primas a los países centrales y comprar productos terminados, esto es, caer en una neodependencia. No hay que olvidar que vivimos en un mundo signado por el cambio ambiental global y por el agotamiento de los combustibles fósiles, lo cual obliga a que, tarde o temprano, se sienten las bases de una generación energética autónoma y descentralizada. Una mención final merece el papel jugado por las comunidades originarias locales. Estas antiguas comunidades tienen un rol nulo en Argentina, muy secundario en Chile e importante en Bolivia, pero aun en este último caso resta ver el que tendrán cuando comience la explotación. El ecosistema altiplánico, además, puede colapsar debido al consumo de agua dulce que requiere la extracción. En los tres países se trata de un problema de amplias dimensiones, y sería una paradoja aportar a la transición energética global generando un páramo ambiental local. https://nuso.org/articulo/america-latina-y-su-oro-blanco/
Extracción de litio en Chile ¿bendición o maldición?
Europa necesita autos eléctricos como eje de la transición energética. Sus baterías requieren litio, pero la minería genera problemas sociales y ambientales en países como Chile. "Chilenos contra la privatización de la riqueza de la nación" o "Litio para Chile, no para Soquimich", dicen las pancartas de manifestantes en Santiago de Chile. La minera chilena Soquimich (Sociedad Química y Minera de Chile o SQM) es uno de los extractores de litio más grandes del mundo. El litio es hoy una de las materias primas más codiciadas en el mercado mundial. No solo los autos eléctricos, sino también los portátiles y teléfonos celulares necesitan baterías de iones de litio. En consecuencia, la demanda mundial de litio se duplicaría en 2025, estima la Agencia Alemana de Recursos Minerales. El metal ligero de color blanco plateado tiene una gran capacidad de calor y baja densidad, por lo que es ideal para baterías compactas y duraderas. Algunos ya están hablando del "oro o el petróleo blanco". Estudiantes y sindicatos rechazan un acuerdo entre la Organización Chilena para el Desarrollo Económico (CORFO) y la empresa química SQM sobre la explotación de litio en 2030, que fue firmado a principios de este año. El gobierno chileno quiere aumentar la producción de litio y discute la posibilidad de producir baterías. El país suramericano busca acabar con la dependencia de las materias primas que exporta, pero cuyos productos finales no fabrica. Extracción de litio no solo en manos privadas "Para nosotros, el contrato es ilegal", dice Miguel Soto, presidente de la iniciativa "Litio para Chile", y agrega que el acuerdo firmado contradice la Convención de Naciones Unidas contra la Corrupción, "porque SQM es la compañía más corrupta del país". "Queremos renacionalizar SQM, lo que no significa que las empresas privadas no puedan participar en la extracción de litio, pero el estado necesita tener el control", apunta Soto, miembro del sindicato industrial Constramet. SQM fue una empresa estatal llamada Soquimich, privatizada durante la dictadura militar de Augusto Pinochet en la década de 1980. Desde entonces, gran parte de las acciones pertenecen a la familia del dictador fallecido. El exyerno de Pinochet, Julio Ponce Lerou, se aseguró una tercera parte de SQM cuando la empresa fue privatizada. Hoy, según Forbes, Ponce Lerou es uno de los chilenos más adinerados. Aunque se supone que el millonario debe entregar la gestión con el nuevo acuerdo, seguirá siendo el principal accionista. Consecuencias indeseables El Salar de Atacama pertenece al llamado "triángulo de litio" entre Bolivia, Argentina y Chile. Un lugar que no solo atrae a turistas sino también a compañías químicas como SQM y Rockwood, de la estadounidense Albermarle. Se estima que en las profundidades de dicho lago salado se encuentran los depósitos de litio más grandes del mundo. El litio es un metal alcalino que se obtiene en un proceso de evaporación. Para esto, el agua mineral subterránea se bombea hacia grandes piscinas. Bajo el sol del desierto se evapora, provocando que diferentes sales se asienten. Gracias a un proceso químico, esta solución salina se transforma en carbonato de litio. El proceso de evaporación consume mucha agua. El nivel del agua subterránea está bajando en la región, los cursos fluviales y los humedales se están secando. En las comunidades de los alrededores, hay escasez de agua, la contaminación del suelo y el agua potable aumentan porque el agua residual no es tratada. Este no solo es un problema para la población residente, en su mayoría indígena, sino también para la flora y la fauna. Pueblos indígenas no incluidos Chile es el único país del mundo donde los recursos hídricos y la gestión del agua están totalmente en manos de particulares. SQM posee actualmente los derechos del agua en la región del Salar de Atacama, donde se extrae el litio. "SQM se roba nuestra agua para extraer litio", se queja Ana Ramos, presidenta del Consejo de Pueblos Atacameños. El gobierno chileno está obligado por un acuerdo con la Organización Internacional del Trabajo a garantizar la Protección de los Pueblos Indígenas y a tener en cuenta a la población afectada. "No hay estudios sobre los efectos de la extracción de litio en el ecosistema", afirma, por su parte, Domingo Ruiz, bioquímico de la Universidad de Santiago. En dicho laboratorio se desarrollan baterías de iones. "Somos el mayor exportador de carbonato de litio. Exportamos materias, pero no fabricamos los productos”concluye Ruiz y advierte que "el gobierno chileno invierte muy poco en investigación y desarrollo tecnológico”. Sophia Boddenberg (jov/vt) https://www.dw.com/es/extracci%C3%B3n-de-litio-en-chile-bendici%C3%B3n-o-maldici%C3%B3n/a-43569558
La industria minera “se pone las pilas”: el litio ya no es el problema
Las barreras para el auge de la movilidad eléctrica, el estancamiento del mercado del automóvil chino y las nuevas minas de litio abiertas en Australia han propiciado que el precio del litio descienda un 30% en el último año. Ante la creciente demanda de litio por parte de los fabricantes de vehículos eléctricos, la industria minera ha buscado nuevas fuentes de este mineral para atender la enorme demanda prevista. La apertura de un mayor número minas de litio, especialmente en Australia, ha aumentado la producción, mientras el auge previsto en la demanda de vehículos eléctricos se está demorando más de lo previsto, sobre todo por el estancamiento del mercado chino. Como consecuencia, en el último año el precio del litio se ha reducido en un 30%. La mayoría de los modelos eléctricos que están llegando actualmente al mercado y los que llegarán próximamente, montan baterías con, al menos, el doble de capacidad que los anteriores, lo que requiere una gran cantidad de litio para la fabricación de sus baterías. Pero la demanda de litio no se queda solo de la industria del automóvil. La tecnología móvil con los teléfonos inteligentes y sus complementos tecnológicos, los ordenadores portátiles y las baterías de respaldo para sistemas basados en energías renovables, incorporan una batería de litio. Según los datos recopilados por la empresa de estudios de mercado Transparency Market Research la demanda de baterías de iones de litio debería duplicarse en 2024. Entre 2015 y 2018 los precios del litio se triplicaron y el número total de vehículos eléctricos a nivel mundial alcanzaba los 5 millones de unidades. En ese momento, la industria automotriz comenzó a preocuparse por el suministro de litio, teniendo en cuenta la tendencia de crecimiento de las ventas de vehículos eléctrico. Esta expectativa de crecimiento propició que los fabricantes de automóviles estableciesen asociaciones con minas y plantas de procesamiento de litio para asegurarse el suministro. La respuesta de la industria minera no se hizo esperar y en los últimos años, se han abierto nuevas minas de litio en todo el mundo, especialmente en Australia. Sin embargo, algunas barreras están impidiendo que los vehículos eléctricos se generalicen a nivel mundial a lo que está contribuyendo el estancamiento del mercado chino, el más grande del mundo. Según afirma Bloomberg, estos tres factores están provocando a que los precios del litio hayan disminuido en un 30%. Ante esta situación, los fabricantes de automóviles tendrán que cambiar de estrategia rápidamente, ya que la producción de litio está superando el esperado auge de los vehículos eléctricos. El auge de los vehículos eléctricos Los últimos datos de ventas de vehículos eléctricos muestran una desaceleración del crecimiento. Al menos así lo asegura en un informe Vivienne Lloyd, analista de Macquarie Capital. El retroceso del mercado global del automóvil en China, está haciendo que la demanda de vehículos eléctricos no alcance las expectativas estimadas. Según señala Bloomberg, las ventas de vehículos eléctricos crecieron aproximadamente un 90% en el país en los primeros tres meses de 2019, que representa solo la mitad del crecimiento que los analistas preveían entre 2017 y 2018. La situación puede llegar a ser preocupante, ya que la producción de litio con las nuevas minas australianas aumentará aproximadamente un 23% en los próximos 24 meses. Si bien la demanda a corto plazo puede no ser suficiente para las empresas mineras, el escenario podría mejorar a largo plazo. Los fabricantes de automóviles no esperan que los vehículos eléctricos despeguen de inmediato, pero sí que lo hagan en “algún momento cercano”. Por lo tanto, están buscando adelantar su estrategia para averiguar cuáles serán sus necesidades de suministro en el futuro. En medio de esta incertidumbre, Transparency Market Research afirma que China no solo marcará los límites de la demanda de vehículos eléctricos, sino que también cambiará los requisitos de las baterías para los fabricantes de automóviles, que buscan expandir la autonomía y mejorar la capacidad de carga. https://www.hibridosyelectricos.com/articulo/actualidad/industria-minera-pone-pilas-litio-es-problema/20190806181817029488.html
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